Santiago Jose Sanchez VCalendario Mariano, Festiviades Marianas de Enero5 days ago6 Views

Detrás del misterio de la Natividad, encontramos un pacto de amor y fe que sostiene toda la historia de la Encarnación: el matrimonio de la Santísima Virgen María con San José. Esta unión, conmemorada tradicionalmente por la Iglesia Latina cada 23 de enero (y en países hispanoparlantes también el 26 de noviembre ), celebra el momento en que dos almas, por voluntad divina, se comprometieron en un vínculo legal y, a la vez, virginal.
La Fiesta de los Esponsales, o Desposorios, no es solo una efeméride histórica. Es una ventana abierta a la santidad doméstica, un modelo de obediencia, discernimiento y amor maduro. Hoy, en medio de la crisis de la familia moderna, esta advocación que honra a la “Trinidad terrenal” ha cobrado una urgencia pastoral ineludible, invitándonos a redescubrir la grandeza de San José como el castísimo esposo y custodio de la Madre de Dios.
El Evangelio de San Mateo nos dice que María “estaba desposada con José”. Este término evangélico es clave: en la ley judía de la época, el desposorio (erusin) no era un noviazgo moderno, sino un contrato matrimonial legalmente vinculante, tan firme que solo podía romperse mediante un divorcio formal. Por eso, cuando San José descubrió el embarazo de María, se encontró ante un dilema desgarrador: era su esposa legal.
San José, un “hombre justo” y observante de la Ley, no podía exponer a María a la humillación, y por eso decidió romper el compromiso en secreto. Es aquí donde interviene la voz de Dios en un sueño, pidiéndole que aceptara a María y al misterio obrado por el Espíritu Santo.
La fiesta celebra la consumación de este vínculo, conocido teológicamente como el Matrimonio Virginal. Fue un matrimonio “real” en afecto y en propósito, pero se mantuvo castísimo por mutuo acuerdo y vocación. Este pacto garantizó a Jesús su incorporación legal a la genealogía de David y le brindó la protección de un padre nutricio, esencial para que el plan de salvación se desarrollara bajo el manto de la legalidad y el orden.

Aunque la alianza de María y José es fundacional en la fe, su celebración litúrgica se consolidó tarde. El gran promotor fue el erudito francés Jean Charlier de Gerson (1369-1420), Canciller de la Universidad de París. Gerson, llamado Doctor Christianissimus, dedicó enormes esfuerzos a difundir la devoción a San José, a quien consideraba el “padre putativo de Jesús”.
Su sueño era establecer una fiesta litúrgica en honor a los Esponsales, e incluso escribió un extenso poema de cerca de 3.000 hexámetros latinos para profundizar en el misterio de la Sagrada Familia, a la que llamaba la “Trinidad terrenal”.

Gracias al impulso de Gerson y las órdenes religiosas, la devoción se extendió. El primer conocimiento preciso de la fiesta data de 1517, cuando el Papa León X la concedió a las Hermanas de la Anunciación. Posteriormente, se expandió a:
Fue en este proceso que el 23 de enero se estableció como la fecha principal de observancia en “casi toda la Iglesia Latina”. Es importante destacar que, en muchos países hispanoparlantes, la fiesta se ha celebrado históricamente el 26 de noviembre. Esta variación muestra la profunda arraigada tradición popular en regiones específicas.
La fiesta fue suprimida del Calendario Romano Universal en 1961, en una reforma litúrgica previa al Concilio Vaticano II. Sin embargo, se mantuvo por privilegio en calendarios particulares de órdenes y diócesis, sobreviviendo en la devoción popular.
La iconografía de los Desposorios es una de las más poéticas de la fe. Los artistas la representan como una ceremonia solemne que transcurre en el Templo de Jerusalén, donde María y José se dan la mano ante el sumo sacerdote.
El elemento visual más reconocido es la Vara Florida que porta San José. Este símbolo proviene de la tradición piadosa: se cuenta que, para elegir al esposo de María, se convocó a los descendientes de David y se les entregó una vara. José fue elegido milagrosamente cuando su vara floreció o emitió una paloma, confirmando la voluntad divina.
Esta escena ha sido inmortalizada por maestros como Francisco de Goya y El Greco. Además, es famosa la obra Los Desposorios de la Virgen del pintor renacentista Perugino , cuya composición se basa en estos relatos. En el arte virreinal americano, obras como las de José de Alcíbar en Chihuahua, México, atestiguan la penetración de esta devoción.
Al contemplar las imágenes de los Esponsales, el observador percibe a menudo dos tradiciones distintas sobre la edad de San José, un debate teológico y cultural fascinante:
La Iglesia, si bien afirma el dogma de la virginidad perpetua de María, permite la libertad de sostener ambas interpretaciones, siempre que se honre a José como el “castísimo esposo”.
La devoción a los Esponsales vive un momento de gran actualidad pastoral, impulsado por el Magisterio reciente de la Iglesia.
El reconocimiento más significativo del rol de San José como esposo en la vida litúrgica ocurrió el 1 de mayo de 2013, bajo el pontificado del Papa Francisco. La Congregación para el Culto Divino decretó que el nombre de San José, Esposo (Oblubenicem) de la Bienaventurada Virgen María, fuera insertado en las Plegarias Eucarísticas II, III y IV del Misal Romano.
Esta inclusión, en el corazón mismo de la Misa, es un reconocimiento doctrinal formal de la centralidad de José en el misterio salvífico, un paso que da una base sólida para la petición de muchas voces que, como la filósofa Luisella Scrosati en 2024, claman por la reintroducción de la fiesta del 23 de enero, argumentando que su mensaje es “de extrema actualidad en tiempos de crisis del matrimonio”.
El Papa Francisco ha enriquecido la comprensión de esta unión, describiéndola como una “bella pareja”. El Santo Padre ha destacado la “normalidad en la virginidad” y el profundo discernimiento de José, quien supo acoger el plan de Dios con “amor maduro y responsabilidad”.
Los Esponsales son, por tanto, el arquetipo de la santidad conyugal. Inspiran a los novios a cimentar su compromiso en la justicia y el derecho, en el amor y la ternura , y animan a los matrimonios a perseverar juntos ante lo desconocido, reflejando confianza mutua y obediencia a Dios.
La devoción a los Esponsales sigue viva en novenas , pidiendo a San José, como Cabeza de la Sagrada Familia, que extienda su bendición sobre cada hogar para convertirlo en un “Reino de paz, de gozo y de amor”.
Querido lector de Maria365:
Meditar en los Esponsales de María y José es reconocer que la voluntad de Dios se manifiesta en el cumplimiento fiel de nuestros compromisos más sagrados. Es un llamado a que cada matrimonio se sienta protagonista de la evangelización.
¿Qué opinión tienes de esta advocación? ¿Has visitado algún santuario o iglesia dedicada a los Desposorios? ¿Conoces alguna anécdota o testimonio de la intercesión de San José y María por un matrimonio? Tu testimonio y tu fe son valiosos.



