Santiago Jose Sanchez VCalendario Mariano, Festiviades Marianas de MayoYesterday5 Views

En lo alto de colinas que dominan ciudades portuarias, como Marsella y Génova, resplandece la imagen maternal de Nuestra Señora de la Guardia. Esta advocación mariana, profundamente arraigada en la historia y cultura de estos territorios, invita al fiel a confiar en la protección amorosa de María en medio de las tempestades de la vida, tanto físicas como espirituales. Su relato, resaltado por apariciones, milagros y tradiciones, es un testimonio vivo de una fe que atraviesa siglos y que enriquece la espiritualidad y la identidad popular.
Nuestra Señora de la Guardia es la Virgen que guarda, vigila y protege. Su nombre evoca la función de vigilancia que tenían los puestos de defensa ubicados en montes estratégicos para alertar ante peligros inminentes como invasiones o desastres. María asume este papel protector y maternal, salvaguardando a fieles y comunidades, en especial a los que viven en contacto con el mar y la naturaleza cambiante. Para sus devotos, es signo de esperanza, refugio seguro y auxilio constante en momentos difíciles.

La devoción a Nuestra Señora de la Guardia se asienta principalmente en dos grandes historias:
La historia se remonta al siglo XIII, cuando se construyó la primera capilla en una colina llamada “La Garde”, en honor a la Virgen. Fue un sacerdote local quien impulsó la devoción inicial, no tanto por una aparición, sino por la fe profunda y la protección que sentían los pescadores y marineros. En 1219, la tradición recoge que María se apareció a dos pescadores en peligro en alta mar, guiándolos y protegiéndolos durante una tormenta. La capilla fue destruida y reconstruida varias veces a lo largo de los siglos, consolidándose finalmente en la majestuosa basílica neobizantina que conocemos hoy, diseñada por Henri-Jacques Espérandieu y consagrada en 1864.
Durante la historia, la Virgen de la Guardia ha ofrecido protección en eventos históricos significativos, como en la Segunda Guerra Mundial cuando la basílica fue preservada de bombardeos, símbolo de un cuidado divino. La basílica se convirtió en un santuario de peregrinaciones, especialmente por marineros, y en un símbolo de identidad para la ciudad de Marsella, llamada cariñosamente “La Bonne Mère” (La Buena Madre).

En Génova, la devoción nace de una aparición en 1490 al campesino Benedetto Pareto, quien mientras cuidaba su rebaño en el Monte Figogna, llamado “La Guardia”, recibió la visita de la Virgen que le encargó construir un santuario. Este lugar, elevado casi 800 metros sobre el nivel del mar, se convirtió en centro de protección espiritual para la región ligur y para toda la ciudad de Génova.
El santuario fue reconocido como la “defensa” y “refugio” de Génova en tiempos de peligro, especialmente durante la expansión de movimientos heréticos en Europa. La Iglesia celebra su fiesta principal el 29 de agosto, con peregrinaciones masivas y actos solemnes que mantienen viva la devoción popular. En 1915, el Papa Benedicto XV reconoció la importancia del santuario con un título honorífico. Este momento se suma a la historia y espiritualidad que rodean a la Virgen guardiana, protectora no sólo de una ciudad, sino de toda una cultura.
Hoy la basílica de Marsella sigue siendo un sitio de encuentro y oración, un faro espiritual que recibe a fieles y turistas de todo el mundo. La Virgen es invocada para protección, esperanza y consuelo, no sólo por marineros, sino por quienes enfrentan dificultades diversas. En Génova, los peregrinos suben al Monte Figogna para renovar su fe y agradecimiento, manteniendo viva la tradición con celebraciones que unen religión, cultura y comunidad.
La advocación cruzó el Atlántico gracias a inmigrantes italianos, especialmente a Argentina, donde se popularizó en iglesias y misiones promovidas por San Luis Orione. Esta expansión muestra la vitalidad y actualidad de una devoción que sigue inspirando en ambientes diversos, desde Europa hasta América Latina.
La imagen de Nuestra Señora de la Guardia en Marsella es imponente: una estatua dorada de gran tamaño que representa a María protectora con el Niño Jesús en brazos. Su diseño neobizantino transmite solemnidad y cercanía; los detalles en oro simbolizan la luz y la protección eterna. En Génova, la figura es más sencilla y humilde, reflejando la aparición campesina, transmitiendo la vibración de una Virgen accesible y maternal, que es guardiana del pueblo sencillo y fiel.
Los exvotos, maquetas de barcos y ofrendas que pueblan los santuarios dan cuenta de las muchas gracias atribuidas a esta Virgen, reflejo de una fe arraigada en lo cotidiano y lo extraordinario a la vez.
¿Por qué se le llama “de la Guardia”?
Porque su santuario se encuentra en lugares reconocidos como puestos de vigilancia o defensa, donde antiguamente se alertaba ante amenazas o peligros.
¿Cuándo es su fiesta?
El 27 de mayo según la tradición en algunas regiones; sin embargo, en Génova se celebra más ampliamente el 29 de agosto, día de la aparición.
¿Dónde puedo visitar sus santuarios?
La basílica de Notre-Dame de la Garde en Marsella (Francia) y el santuario de Monte Figogna, cerca de Génova (Italia), son los principales lugares.
¿Tiene patronazgos o advocaciones relacionadas?
Es patrona de Génova y protectora de la ciudad de Marsella. Su devoción llegó a América Latina, especialmente Argentina, con presencia en misiones y parroquias.



