Santiago Jose Sanchez VCalendario Mariano, Festiviades Marianas de Marzo2 days ago6 Views

En el siglo XV, concretamente en 1468, en los parajes de Oñate, Guipúzcoa, España, tuvo lugar un acontecimiento que marcaría la historia espiritual del País Vasco para siempre: la aparición de Nuestra Señora La Nueva, conocida también como Nuestra Señora de Aránzazu. La historia comienza con un pastor solitario llamado Rodrigo de Balzategui que, mientras recorría los riscos y bosques del lugar, escuchó un extraño cencerro proveniente de un espino blanco. Con asombro, encontró sobre ese arbusto la imagen de la Virgen María, quien le habló llamándolo a construir una ermita dedicada a ella en ese sitio. Desde entonces, Aránzazu se convirtió en un lugar de encuentro entre el cielo y la tierra, un santuario que alberga historia, devoción y cultura viva.
Nuestra Señora La Nueva es mucho más que una imagen religiosa; es un símbolo potente de protección, reconciliación y esperanza para los guipuzcoanos. En sus orígenes, esta aparición ocurrió en medio de conflictos entre bandos locales, y su mensaje ha sido siempre de paz y unidad. La Virgen se presenta como madre consoladora que une a su pueblo con caridad y fe. La devoción la ha convertido en patrona de Guipúzcoa desde 1918 y en referente espiritual para vascos dentro y fuera de España, especialmente en comunidades emigrantes en América Latina, donde su culto se extendió siglos después.
Pocos resisten la belleza de la historia del santuario, que ha atravesado incendios, guerras y reconstrucciones. La primera ermita levantada según indicaciones divinas fue destruida por un incendio en 1553; no obstante, la fe no decayó. Redobladas las fuerzas, se construyó con humildad y devoción un nuevo santuario que ha ido embelleciéndose con el paso de los siglos. En 1886, la Virgen recibió la primera coronación canónica en el País Vasco, símbolo de la importancia de esta advocación para la Iglesia y la comunidad.
El santuario actual, situado en el Monte Aloña, fue inaugurado hace poco más de 70 años, y representa un magnífico equilibrio entre tradición y arte moderno, con intervenciones artísticas que incluyen esculturas contemporáneas adaptadas a la fe y cultura vasca. Su iglesia es un espacio que invita a la oración profunda y la celebración comunitaria, con un órgano de renombre y un escenario natural impresionante que llaman a la reflexión y el encuentro.

Cada 25 de mayo se celebra con solemnidad la fiesta de Nuestra Señora La Nueva, atrayendo a peregrinos de toda España y del mundo. La subida al santuario no es solo un acto religioso, sino también un momento de encuentro cultural y social que fortalece la identidad vasca. Además, la advocación se ha extendido globalmente, con comunidades en Argentina, Filipinas y Uruguay que mantienen viva la llama de su devoción a través de parroquias, procesiones y celebraciones especiales, conservando así un vínculo espiritual y cultural con sus raíces vascas.
No solo es devoción; el santuario es un espacio donde se realizan conciertos sacros, conferencias y talleres que contribuyen a la reflexión sobre la fe, la historia y el arte religioso. Se fomentan especialmente encuentros juveniles para transmitir la tradición con energía renovada.

La imagen original que encontró Rodrigo no solo es un tesoro espiritual sino también artístico. Se trata de una talla gótica que refleja la sencillez y nobleza en la representación de la Virgen María, vestida con manto y corona, sosteniendo al Niño Jesús. Detalles como la expresión serena y la postura vertical enfatizan su rol maternal y protector. Su materialidad y antigüedad hacen que la imagen sea un patrimonio invaluable que ha sido cuidado con esmero a lo largo de siglos.
Históricamente se atribuyen a Nuestra Señora La Nueva numerosos milagros que reafirman la devoción popular. Entre estos destacan la protección durante conflictos bélicos y desastres naturales, así como la intercesión en curaciones y reconciliaciones familiares. En Filipinas, la Virgen fue llevada por un capitán vasco y se cuenta que protegió su embarcación en medio de una tormenta. En la actualidad, peregrinos en todo el mundo relatan gracias y testimonios que fortalecen la fe hacia esta advocación.
¿Dónde se encuentra el santuario de Nuestra Señora La Nueva?
En el Monte Aloña, municipio de Oñate, Guipúzcoa, España.
¿Cuál es el mensaje esencial de esta advocación?
Invita a la reconciliación, protección maternal y unidad por medio de la fe en María.
¿Qué importancia tiene la imagen?
Es un patrimonio artístico y religioso, símbolo de la presencia maternal de la Virgen en el País Vasco.
¿Cómo se celebra la fiesta?
Con peregrinaciones, misas solemnes y eventos culturales el 25 de mayo.
¿La advocación es conocida fuera de España?
Sí, especialmente en comunidades vascas en América Latina y Filipinas.
Su historia, arte, milagros y devoción hacen de Nuestra Señora La Nueva un tesoro espiritual y cultural celebrado con corazón vasco y alcance universal. Desde los riscos de Aloña hasta las tierras argentinas o filipinas, esta advocación invita a recorrer un camino de fe y fraternidad que sigue inspirando hoy.
¿Tienes alguna experiencia o testimonio de fe con Nuestra Señora La Nueva? ¿Quieres compartir una anécdota, sugerir una nueva advocación o ayudarnos a ampliar este artículo? En Maria365, tu voz es parte de esta historia viva. Comparte con nosotros.



