Santiago Jose Sanchez VFestiviades Marianas de Junio, Calendario Mariano4 months ago151 Views
En el año 1395, el ejército del temido Tamerlán avanzaba hacia Moscú. Sus conquistas habían dejado ciudades en ruinas y pueblos arrasados. Los rusos, sin posibilidad de defensa humana, recurrieron a lo divino. El metropolita de Moscú ordenó llevar el icono de la Virgen de Vladímir desde Vladímir a la capital. Cuando la imagen llegó a las puertas de Moscú, el pueblo salió a su encuentro con oraciones y lágrimas. Aquella misma noche, según las crónicas, Tamerlán vio en sueños a una Señora rodeada de luz que lo hizo temblar. A la mañana siguiente, dio la orden de retirarse. Moscú se salvó sin una sola batalla. Desde entonces, el 3 de junio se celebra la intercesión milagrosa de la Virgen de Vladímir, una Madre que protege no solo ciudades, sino almas.
La Virgen de Vladímir es una de las advocaciones marianas más veneradas del cristianismo oriental. Su imagen es un icono bizantino del siglo XII, atribuido según la tradición al propio San Lucas Evangelista. Representa a María en el tipo iconográfico “Eleusa” o “de la ternura”, en el que el Niño Jesús abraza tiernamente a su Madre y sus mejillas se tocan. Este gesto no es solo una muestra de afecto: simboliza la unión íntima entre Dios y la humanidad, entre el Hijo y la Madre, y entre el cielo y la tierra.
El icono es mucho más que una obra de arte: para millones de creyentes, es un canal de gracia, consuelo y milagros. Ha sido considerado durante siglos la Protectora de Rusia, testigo de guerras, epidemias, conversiones y consagraciones.
La historia del icono comienza en Constantinopla, donde fue pintado a comienzos del siglo XII y enviado como regalo al Gran Príncipe Mstislav de Kiev. Fue entronizado en el monasterio de monjas de Vyshgorod. En 1155, el Príncipe Andréi Bogoliubski lo trasladó a la ciudad de Vladímir, convencido de que la Virgen deseaba establecer allí su presencia. Según las crónicas, durante el viaje, los bueyes que tiraban del carro que lo transportaba se detuvieron milagrosamente y no quisieron avanzar más. Interpretando esto como una señal, el príncipe mandó construir la Catedral de la Asunción de Vladímir, que aún hoy se conserva.
Pero el icono no permaneció allí para siempre. En 1395, ante la amenaza de Tamerlán, fue trasladado a Moscú. El enemigo se retiró de forma inexplicable y el icono quedó en la capital, entronizado en la Catedral de la Dormición del Kremlin. Desde entonces, estuvo presente en los momentos más solemnes de la historia rusa: coronaciones de zares, elecciones patriarcales y acciones de gracias tras victorias militares.
Durante la era soviética, fue retirado del culto y llevado a la Galería Tretiakov como pieza de museo. Sin embargo, en 1999 fue reinstalado en la Iglesia de San Nicolás en Tolmachí, una capilla integrada al museo, donde hoy puede ser venerado nuevamente.
La imagen mide 104 cm por 69 cm. María viste un manto azul oscuro con detalles dorados, y Jesús aparece con una túnica clara, descalzo y con la planta del pie visible. Este detalle –poco frecuente– ha sido interpretado como símbolo de su humanidad y de su disposición a caminar junto a los hombres.
El rostro de María es conmovedor: inclina su cabeza hacia su Hijo con ternura, pero su mirada no se dirige a Él, sino al observador. Es una mirada profunda, que comunica dolor, compasión y esperanza. Los especialistas en iconografía afirman que el rostro de esta Virgen combina belleza, dulzura y fuerza espiritual. Se cree que es una de las imágenes marianas más influyentes del arte bizantino.
En el lenguaje de los iconos, no se pinta para representar, sino para revelar un misterio. Este icono no solo muestra a la Madre de Dios, sino que permite entrar en comunión con Ella. Por eso, ha sido copiado y venerado en miles de réplicas.

Además de la liberación de Moscú en 1395, otros milagros están ligados al icono. En 1164, el príncipe Andréi Bogoliubski lo llevó a la batalla contra los búlgaros del Volga y, tras la victoria, proclamó a la Virgen de Vladímir como Protectora de toda la Rus.
En 1238, cuando los mongoles destruyeron Vladímir, la catedral fue saqueada, pero el icono fue hallado intacto. En 1480, nuevamente durante una amenaza tártara, el icono fue llevado en procesión y el enemigo se retiró. A lo largo de los siglos, también se le atribuyeron curaciones personales, conversiones y protecciones sobrenaturales durante epidemias y terremotos.
La Iglesia ortodoxa conmemora a la Virgen de Vladímir tres veces al año, en memoria de distintas intervenciones milagrosas: el 3 de junio, el 6 de julio y el 8 de septiembre. La más importante es la del 3 de junio (21 de mayo en calendario juliano), que recuerda la salvación de Moscú frente a Tamerlán.
Ese día, la imagen es expuesta en su capilla en Moscú, se celebran liturgias solemnes y miles de personas acuden a rezar. También en templos de la diáspora ortodoxa en América y Europa se realizan oraciones y procesiones. Algunas comunidades católicas orientales también se suman a esta conmemoración, en espíritu de unidad.
Aunque su origen está en el cristianismo oriental, su mensaje ha cruzado fronteras. En América Latina, su presencia ha crecido silenciosamente en las últimas décadas. Comunidades ucranianas, rusas y greco-católicas la han llevado a países como Argentina, Brasil, Colombia y México.
En la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, hay réplicas veneradas en templos ortodoxos y católicos orientales. La entronización de copias del icono ha sido acompañada por oraciones por la paz mundial y la unidad entre cristianos. El Papa Francisco, cuando era arzobispo de Buenos Aires, recibió una réplica del icono, y confesó que desde entonces reza todos los días ante ella.
Durante la guerra entre Rusia y Ucrania, la Virgen de Vladímir fue vista como un símbolo de reconciliación. En 2023, el cardenal Matteo Zuppi, enviado papal para una misión de paz, rezó frente al icono original en Moscú, confiando a María la esperanza de un nuevo diálogo.
En julio de 2019, en un encuentro oficial en el Vaticano, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, entregó al Papa Francisco una copia del icono de la Virgen de Vladímir como gesto de aprecio y símbolo de unidad espiritual. Este regalo no fue un mero obsequio diplomático: tenía un profundo significado, ya que el icono representa uno de los mayores tesoros espirituales del pueblo ruso. El Papa recibió el presente con especial reverencia, y el hecho fue interpretado como un gesto de acercamiento entre la Iglesia Ortodoxa Rusa y la Iglesia Católica. Para muchos, fue también un recordatorio de que la devoción a María puede tender puentes incluso entre naciones o credos en tensión.

¿La Virgen de Vladímir es reconocida por la Iglesia Católica?
Sí. Aunque proviene del cristianismo oriental, su veneración es aceptada y promovida especialmente en el contexto del ecumenismo. Muchos católicos la consideran una intercesora poderosa por la paz y la unidad.
¿Dónde se encuentra actualmente el icono original?
En Moscú, en la Iglesia de San Nicolás de Tolmachí, integrada a la Galería Tretiakov. Se conserva bajo estrictas condiciones de temperatura y seguridad.
¿Tiene algún santuario propio fuera de Rusia?
Sí. Existen réplicas veneradas en iglesias ortodoxas y católicas orientales en todo el mundo. En América Latina, destacan templos en Buenos Aires, São Paulo y Ciudad de México.
¿Qué simboliza la pierna descalza del Niño Jesús?
Representa su humanidad, su disposición a caminar entre los hombres y su entrega plena al mundo.
Fuentes utilizadas:
¿Te conmovió la historia de la Virgen de Vladímir?
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